. Era como si de repente alguien os mostrase la boca de un
enorme pozo y dijese: «Eso es el Infierno.» Y supieseis que os había dicho la
verdad. ¿Lo comprendéis siquiera un poco? Di un paso hacia el interior de la
habitación y levanté la vela por encima de mi cabeza, echando un rápido vistazo
alrededor. Tassoc y su hermano se unieron a mí, y el primero se situó
detrás. Todos habíamos levantado las velas.
Yo me encontraba aturdido por el sonido estridente y agudo
del silbido. Entonces me pareció oír una voz muy clara que me decía al oído:
«¡Sal de aquí... en seguida! ¡Deprisa! ¡Deprisa!»
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